Hace un buen tiempo que no escribía —no he tenido tiempo.
Pero, no quiero perder ese tiempo precioso en explicaciones.
Anoche, jugando con el control remoto de la tele, agarré un pedacito de una conversación en una película. No supe ni como se llamaba —cuando haya tiempo la voy a buscar...
Me parece que uno de los protagonistas era el genio que achico a los niños...
Pero, vayamos al grano.
Digamos que Juan y Pedro discuten acerca de un libro o una obra de teatro que uno de ellos escribió.
Juan, el autor, le pide a su amigo, que opine sobre su obra...
Pedro, le contesta que no puede estar de acuerdo con la obra, porque el cree que se puede ser feliz en muchos momentos sencillos, incluso, cuando encuentra por las mañanas su taza de café frío sin que se le haya metido una cucaracha nadadora... Que es feliz escribiendo, que es feliz leyendo otras obras, leyendo sus críticas, y las críticas de las críticas...
De alguna manera, Pedro, encuentra su felicidad en pequeños momentos muy sencillos, que de alguna manera apelan también a la tranquilidad...
Juan le contesta que a él también le encantaría disfrutar de esos momentos, pero, que hace muchos años aprendió a cuestionarse si todos esos momentos no encubren una vida mecánica, donde el por qué estemos ahí con esa pareja, o haciendo el trabajo que llevamos, sea una cuestión debida a los miedos a preguntarnos: si seguimos amando, o si estamos haciendo lo que queremos...
Que al parecer, estas preguntas asustan, nos aterra el vacío de la incertidumbre, nos calma construír figuras que perduren: esposa, hijos... padre, madre.
Que son estáticas, pero, que bien sabemos no lo son, el nene se convierte en el hombre enorme que nos deja...
Que pueden pasar una infinidad de años en que estamos muertos en estas vidas mecánicas... basadas en la construcción de figmentos estáticos, que nos ayudan a tranquilizarnos.
O, si no estamos muertos, no está la claridad de por que estamos donde estamos. Lo que representaría una vida perdida.
Juan, incluso, señala que dejar lo que nos da la quietud, es el camino para comenzar a apreciar (o no) lo que se tiene.
¿Qué tan mecánica es tu vida?
Que al parecer, estas preguntas asustan, nos aterra el vacío de la incertidumbre, nos calma construír figuras que perduren: esposa, hijos... padre, madre.
Que son estáticas, pero, que bien sabemos no lo son, el nene se convierte en el hombre enorme que nos deja...
Que pueden pasar una infinidad de años en que estamos muertos en estas vidas mecánicas... basadas en la construcción de figmentos estáticos, que nos ayudan a tranquilizarnos.
O, si no estamos muertos, no está la claridad de por que estamos donde estamos. Lo que representaría una vida perdida.
Juan, incluso, señala que dejar lo que nos da la quietud, es el camino para comenzar a apreciar (o no) lo que se tiene.
¿Qué tan mecánica es tu vida?
3 comments:
Joe, te echábamos de menos y ¡con qué tema haces tu retorno!
Cuando vi estas líneas recordé algunos espacios de vida en los cuales miraba el techo y me cuestionaba respecto de que tan jugado estaba por lo que yo más amaba, que tan podrido podría haber estado por no intentar cambiar la aparente "estabilidad" y ¿que descubrí? descubrí que la mecánica forma de vida me estaba pasando la cuenta, que había sido un timorato por no exteriorizar lo que realmente estaba dentro de mí, que no podía seguir aferrado a lo "estable", que ello era la semilla de la frustración.
El buscar nuevas experiencias, especialmente en Web 2.0, en la continua revisión de las tendencias, en armar laboratorios de lo que sea en la casa me dio un nuevo aire. También intentar cosas simples que antes no hacía, carpintería, electricidad, reparaciones sin tener que llamar a un maestro, adquirir herramientas ¿porqué no decirlo? ¡cocinar!, etc. todo eso te proporciona nuevos aires, te indica que despiertas potencialidades que ni pensabas que podías practicar.
Es el paso necesario para sentirse nuevamente con fuerzas, vigente, aún a costa del paso de los años a los cuales he aprendido a no temer cada vez que cambio folio.
La vida mecánica es muerte en vida, el tomar la posición de Juan es válida, atreverse es a veces más simple de lo que se cree, es confiar en la luz cegadora que hay dentro de nosotros y hay que switchear para tirarla para afuera.
Un gusto tenerte por estos lados nuevamente, no te pierdas.
Un gran abrazo.
Hola Joe, llegué a tu blog urgando en los comentarios de Hermann Schwember, recientemente fallecido, con quién compartía algunas pasiones matemáticas, Estoy empezando a leer tus post, pero, los que llevo,además de los comentarios, me hacen mucho sentido, este sobre la vida mecánica golpea en el epicentro de la lucha valórica de los tiempos que vivímos, estaré leyendote, saludos
Kanelo, miguelangel,
Siento no haberles contestado antes, pero, el mail que me avisaba que había comentarios lo tenia deshabilitado...
Kanelo,
Interesante, como has sentido la desazón por no habértela jugado más...
Claro, da vértigo separarse de lo conocido, pero, a veces, que interesante hace nuestro camino.
De alguna manera, también esta es la semilla de la creatividad --alejarse de lo conocido, intentar otras.
Pienso, que los cambios (el delta) son justamente los que nos dan felicidad (o infelicidad).
Quizás, al final haya un plateau de felicidad en una tranquilidad con pequeños cambios, pero, con la conciencia y el cansancio de que la vivimos a concho --que valió la pena.
miguelangel,
Cuanto siento lo de Herman, que pena. Agradezco tus comentarios.
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