Cuando me pregunto por qué ocurren los reveces económicos como el actual, —una recesión severa que espero se extienda por un par de años—, no dejo de pensar en trampas para ratones: los ratones siempre están procurando 'robarse' el queso, la trampa se perfecciona para evitar los robos, el gato está vigilante, pero inevitablemente, se duerme, la trampa no es suficiente, y el ratón finalmente siempre encuentra la manera de quedarse con el queso.
En el caso de las financieras, el Fed y el SEC americano, quienes son los organismos encargados de crear las regulaciones y velar por su cumplimiento, se durmieron, permitiendo que los bancos tranzaran instrumentos derivados altamente peligrosos, que ya Buffet calificó en su momento como 'bombas de tiempo'.
Antes de entrar en materia, repasemos algunos conceptos básicos.
Los bancos centrales son necesarios y se forman con un propósito fundamental, destrabar las economías en peligro, lo que se ha demostrado que seguirá ocurriendo ciclicamente. En otras palabras, es más barato para la sociedad tener bancos centrales que no tenerlos; incluso, en economías muy simples, como el ejemplo de las babysitters de Krugman:
Entonces, si aparentemente todos nosotros vamos a terminar necesariamente financiando las debacles económicas, debemos dar a los bancos centrales amplias atribuciones para perfeccionar las leyes y regulaciones financieras, y exigirles que no se duerman en su vigilancia, ni que permitan la creación de instrumentos que eventualmente nos vayan a estallar en la cara.
El instrumento más nefasto de los creados recientemente, se llama 'Credit Default Swap' o CDS, un seguro sobre las deudas. En el caso más sencillo, un banco presta —liberalmente— porque asegura las deudas a través de CDS con una aseguradora, quien a cambio de una prima, se compromete a pagarla ante un reclamo de incumplimiento del deudor.
El primer problema con los CDS está en que los respaldos fueron insuficientes, porque quienes crearon el instrumento hábilmente evitaron la normativa de las aseguradoras. Así, la pequeña filial financiera de AIG, una aseguradora con 116 mil empleados, con oficinas en 130 países, pasa de conseguir US$ 250 millones anuales en primas asegurando una deuda de $US 15 millones de millones, a la cuasi quiebra hace unos días, teniendo el Fed que inyectarle $US 85 mil millones para su rescate.
El segundo y gravísimo problema es uno de magnitud, las deudas crecieron vertiginosamente y sin restricciones, ya que los bancos no necesitaron cumplir con exigencias de reservas sobre 'deudas aseguradas'. A nivel mundial, estamos sentados encima de un nada despreciable polvorín de deudas cubiertas con CDS valoradas en $US 55 millones de millones —que continuaran detonando en la medida que la economía empeore, y más y más compañías, no puedan pagar deudas aseguradas con CDS.
Para tener una referencia, las reservas internacionales del Banco Central de Chile no alcanzaban a los $US 0.023 millones de millones, al 15 de septiembre.
En esta serie de instrumentos 'brujos' existe también, el llamado 'Collateral Debt Obligation' o CDO, rebanadas de un pan horneado con la agrupación de harinas de muchas deudas distintas —comúnmente, más de cien. En este caso, un inversionista podía recibir un mayor o menor interés, dependiendo de la calidad o calificación de las deudas en la rebanada comprada.
Otro instrumento financiero en problemas es el 'Mortgage Backed Security' o MBS, deudas con garantía hipotecaria. Este es el instrumento que mayoritariamente vendieron Freddie Mac y Fannie Mae, las instituciones más grandes en el mercado hipotecario de EEUU, y que alegadamente desencadenaron la crisis económica actual.
Sin mucho escarbar, es fácil reconocer que estos instrumentos tienen en común, al menos, un problema grave y fundamental: en todos los casos, se distancia peligrosa y negligentemente al prestamista, quien debería estar velando muy de cerca que el deudor demuestre su capacidad de repago, al momento de la originación del préstamo.
¿Pero, por qué ocurre que los prestamistas descuidan sus obligaciones ?
Creo, que como Stiglitz señala, es imperativo cambiar los incentivos de los ejecutivos de bancos y aseguradoras. Por varios años, mientras la liquidez sostenía todos los botecitos, ellos ganaron cuantiosos bonos personales. No me cabe la menor duda, que cuando la marea comenzó a bajar, ellos notaron las grietas en el sistema, —porque por lo demás, el deterioro era vox populi. Pero, prefirieron mantener el mismo rumbo de utilidades inmediatas para continuar recibiendo sus bonos personales, hasta tanto llegara el momento en que sus compañías se despeñaran por el precipicio —seguramente, por lo de 'más vale pájaro en mano que cien volando'.
Para lograr que estos ejecutivos estén motivados a salvar a sus compañías durante una futura crisis, propongo regular que ellos tengan un salario compuesto, difiriendo las dos terceras partes de su salario anual, dos años en el futuro, en acciones de la compañía.
Además, y concordando con Stiglitz, creo que se debe crear una nueva agencia gubernamental, —a la manera del 'Food & Drug Administration', que vela por la salud de los americanos, cuidando que los medicamentos y alimentos que lleguen al consumidor sean sanos—, que se preocupe por aprobar o rechazar todo nuevo instrumento financiero.
En el caso de las financieras, el Fed y el SEC americano, quienes son los organismos encargados de crear las regulaciones y velar por su cumplimiento, se durmieron, permitiendo que los bancos tranzaran instrumentos derivados altamente peligrosos, que ya Buffet calificó en su momento como 'bombas de tiempo'.
Antes de entrar en materia, repasemos algunos conceptos básicos.
Los bancos centrales son necesarios y se forman con un propósito fundamental, destrabar las economías en peligro, lo que se ha demostrado que seguirá ocurriendo ciclicamente. En otras palabras, es más barato para la sociedad tener bancos centrales que no tenerlos; incluso, en economías muy simples, como el ejemplo de las babysitters de Krugman:
En una universidad de Boston, los estudiantes de postgrado casados acordaron cuidarse los hijos mutuamente. Se repartieron cantidades iguales de taquillas que eran intercambiables por 'cuidos'. Todo funcionó de acuerdo a lo esperado, hasta el día en que algunos se quedaron sin taquillas y nadie sentía la necesidad de emplearlos. Para destrabar o reactivar esta mini-economía tuvieron que prestar taquillas —como lo haría un banco central.
Entonces, si aparentemente todos nosotros vamos a terminar necesariamente financiando las debacles económicas, debemos dar a los bancos centrales amplias atribuciones para perfeccionar las leyes y regulaciones financieras, y exigirles que no se duerman en su vigilancia, ni que permitan la creación de instrumentos que eventualmente nos vayan a estallar en la cara.
El instrumento más nefasto de los creados recientemente, se llama 'Credit Default Swap' o CDS, un seguro sobre las deudas. En el caso más sencillo, un banco presta —liberalmente— porque asegura las deudas a través de CDS con una aseguradora, quien a cambio de una prima, se compromete a pagarla ante un reclamo de incumplimiento del deudor.
El primer problema con los CDS está en que los respaldos fueron insuficientes, porque quienes crearon el instrumento hábilmente evitaron la normativa de las aseguradoras. Así, la pequeña filial financiera de AIG, una aseguradora con 116 mil empleados, con oficinas en 130 países, pasa de conseguir US$ 250 millones anuales en primas asegurando una deuda de $US 15 millones de millones, a la cuasi quiebra hace unos días, teniendo el Fed que inyectarle $US 85 mil millones para su rescate.
El segundo y gravísimo problema es uno de magnitud, las deudas crecieron vertiginosamente y sin restricciones, ya que los bancos no necesitaron cumplir con exigencias de reservas sobre 'deudas aseguradas'. A nivel mundial, estamos sentados encima de un nada despreciable polvorín de deudas cubiertas con CDS valoradas en $US 55 millones de millones —que continuaran detonando en la medida que la economía empeore, y más y más compañías, no puedan pagar deudas aseguradas con CDS.
Para tener una referencia, las reservas internacionales del Banco Central de Chile no alcanzaban a los $US 0.023 millones de millones, al 15 de septiembre.
En esta serie de instrumentos 'brujos' existe también, el llamado 'Collateral Debt Obligation' o CDO, rebanadas de un pan horneado con la agrupación de harinas de muchas deudas distintas —comúnmente, más de cien. En este caso, un inversionista podía recibir un mayor o menor interés, dependiendo de la calidad o calificación de las deudas en la rebanada comprada.
Otro instrumento financiero en problemas es el 'Mortgage Backed Security' o MBS, deudas con garantía hipotecaria. Este es el instrumento que mayoritariamente vendieron Freddie Mac y Fannie Mae, las instituciones más grandes en el mercado hipotecario de EEUU, y que alegadamente desencadenaron la crisis económica actual.
Sin mucho escarbar, es fácil reconocer que estos instrumentos tienen en común, al menos, un problema grave y fundamental: en todos los casos, se distancia peligrosa y negligentemente al prestamista, quien debería estar velando muy de cerca que el deudor demuestre su capacidad de repago, al momento de la originación del préstamo.
¿Pero, por qué ocurre que los prestamistas descuidan sus obligaciones ?
Creo, que como Stiglitz señala, es imperativo cambiar los incentivos de los ejecutivos de bancos y aseguradoras. Por varios años, mientras la liquidez sostenía todos los botecitos, ellos ganaron cuantiosos bonos personales. No me cabe la menor duda, que cuando la marea comenzó a bajar, ellos notaron las grietas en el sistema, —porque por lo demás, el deterioro era vox populi. Pero, prefirieron mantener el mismo rumbo de utilidades inmediatas para continuar recibiendo sus bonos personales, hasta tanto llegara el momento en que sus compañías se despeñaran por el precipicio —seguramente, por lo de 'más vale pájaro en mano que cien volando'.
Para lograr que estos ejecutivos estén motivados a salvar a sus compañías durante una futura crisis, propongo regular que ellos tengan un salario compuesto, difiriendo las dos terceras partes de su salario anual, dos años en el futuro, en acciones de la compañía.
Además, y concordando con Stiglitz, creo que se debe crear una nueva agencia gubernamental, —a la manera del 'Food & Drug Administration', que vela por la salud de los americanos, cuidando que los medicamentos y alimentos que lleguen al consumidor sean sanos—, que se preocupe por aprobar o rechazar todo nuevo instrumento financiero.
¿Y, será suficiente el tan vilipendiado paquete de rescate de US$ 700 mil millones?
Creo que hay que aclarar varios puntos.
Primero, y después de morderme la lengua varias veces, porque también me pareció que el programa original de rescate de 'tres carillas' era negligente, creo que no hay alternativas para lo más doloroso, la compra de los papeles tóxicos mencionados a un precio mayor que el de mercado.
Para ser más explicito, creo que Paulson y Bernanke son honestos, y su brutal honestidad —junto a la urgencia— ya les ha hecho pedir más de una vez 'cheques en blanco' al Congreso de EEUU, quienes han rechazado asombrados sus peticiones, para luego conceder siderales montos de rescate.
En otras palabras, estoy seguro que habrían actuado teniendo en cuenta los mejores intereses del contribuyente, como ya ocurrió en el caso del rescate de AIG, donde la compra se hizo a cambio de acciones preferenciales, lo que puede resultar en un muy buen negocio para los contribuyentes en unos pocos años.
Creo que la dificultad fundamental estriba en la imposibilidad de valorar estos nuevos y complejos instrumentos. De esta manera, se hace imposible actuar sobre la banca siguiendo el libreto tradicional, que consiste en ayudar a los bancos atribulados pero solventes y dejar que desaparezcan los insolventes.
En cualquier caso, el Fed promete inyectar cerca de $US 2,100 millones de millones al sistema bancario, $US 1,250 millones de millones tras bambalinas ya inyectados, durante la semana que tardó en aprobarse el rescate esbozado en 450 páginas por un monto final de $US 850 mil millones.
Entonces, sí, el rescate evitó el colapso total del sistema bancario mundial, cuya consecuencia inmediata era la pérdida de millones de empleos en todo el mundo.
¿Pero, será suficiente?
Releer un artículo de la revista 'The Economist', publicado en noviembre 23 de 1929, un mes después de estar continuamente cayendo los mercados, da escalofríos, porque ellos también se preguntaron en su momento si tendrían que sufrir los estragos de una depresión —como si se encontraran en la tranquilidad del ojo de la tormenta.
Este es el párrafo que resume el artículo:
Afortunadamente, el Fed junto a los bancos centrales del mundo, dirigidos por Bernanke, están mostrando que los tiempos cambian para mejor, que ellos tienen los recursos y están dispuestos a dar la batalla —hasta las últimas— para derrotar la depresión económica global que nos acecha.
No podemos olvidar que la sorprendente apertura China de Deng Xiao Ping, desencadenó una febril relocalización de capitales hacia oriente durante los últimos treinta años, —para aprovechar los bajos precios de la mano de obra—, lo que indudablemente es la principal causante del deterioro de las economías occidentales. Así, el arbitraje de los precios de los salarios entre occidente y oriente, continuará su ajuste hasta alcanzar precios de equilibrio, por las buenas o por las malas, a través de sucesivos periodos de inflación o depresión, respectivamente.
Pero, creo que las señales son claras y definitivas, el miedo y los daños ya son cuantiosos, y hacen inevitable la recesión más severa de los últimos 80 años, que debe sumirnos en varios años de crecimiento mundial aletargado —espero equivocarme.
Creo que hay que aclarar varios puntos.
Primero, y después de morderme la lengua varias veces, porque también me pareció que el programa original de rescate de 'tres carillas' era negligente, creo que no hay alternativas para lo más doloroso, la compra de los papeles tóxicos mencionados a un precio mayor que el de mercado.
Para ser más explicito, creo que Paulson y Bernanke son honestos, y su brutal honestidad —junto a la urgencia— ya les ha hecho pedir más de una vez 'cheques en blanco' al Congreso de EEUU, quienes han rechazado asombrados sus peticiones, para luego conceder siderales montos de rescate.
En otras palabras, estoy seguro que habrían actuado teniendo en cuenta los mejores intereses del contribuyente, como ya ocurrió en el caso del rescate de AIG, donde la compra se hizo a cambio de acciones preferenciales, lo que puede resultar en un muy buen negocio para los contribuyentes en unos pocos años.
Creo que la dificultad fundamental estriba en la imposibilidad de valorar estos nuevos y complejos instrumentos. De esta manera, se hace imposible actuar sobre la banca siguiendo el libreto tradicional, que consiste en ayudar a los bancos atribulados pero solventes y dejar que desaparezcan los insolventes.
En cualquier caso, el Fed promete inyectar cerca de $US 2,100 millones de millones al sistema bancario, $US 1,250 millones de millones tras bambalinas ya inyectados, durante la semana que tardó en aprobarse el rescate esbozado en 450 páginas por un monto final de $US 850 mil millones.
Entonces, sí, el rescate evitó el colapso total del sistema bancario mundial, cuya consecuencia inmediata era la pérdida de millones de empleos en todo el mundo.
¿Pero, será suficiente?
Releer un artículo de la revista 'The Economist', publicado en noviembre 23 de 1929, un mes después de estar continuamente cayendo los mercados, da escalofríos, porque ellos también se preguntaron en su momento si tendrían que sufrir los estragos de una depresión —como si se encontraran en la tranquilidad del ojo de la tormenta.
Este es el párrafo que resume el artículo:
Cuanto más se va a extender esto debe ser motivo de conjeturas, hoy por hoy. Mucho va a depender, en todo caso, de la situación de los bancos. La influencia que puede destronar con un golpe fatal del colapso especulativo sobre la industria y producir una verdadera depresión a lo largo de todo el país sería que los bancos se encuentren en problemas.Entonces, hay que esperar a que despeje la polvareda, que aun tiene a los bancos paralizados, ninguno quiere prestar por temor a que éstas se conviertan en malas deudas. Y que simultáneamente se da con la caída de los precios de las acciones, aumento del desempleo y deterioro de los indicadores de producción manufacturera.
Algunos bancos de Wall Street han hecho algunos efuerzos espasmódicos para contrarrestar la caída, pero fueron cuidadosos de disponer de sus adquisiciones en la primera oportunidad, y no hay razón para suponer que ellos se perjudicaron a través de esfuerzos que nunca se extendieron para detener la podredumbre acumulando grandes cantidades de bloques de acciones fuera del mercado. Hay, sin embargo, conocidas grandes cantidades de acciones que aun no absorbe el público, que por el momento, tienen que mantener los bancos y las casas financieras.
Muchos bancos, además, debieron prestar enormes malas deudas, mientras otros tendrán que financiar a clientes en el corto y largo plazo. Se espera entonces, sin duda, que colapsen algunos bancos. En estas circunstancias, ¿tendrán los bancos margenes restantes para financiar empresas comerciales e industriales o no?
La posición de los bancos es la clave para resolver la situación, y donde se vayan a encontrar no puede ser determinado hasta que se despeje la polvareda. En resumen, los expertos están de acuerdo en que pueden darse retrocesos, pero no hay aun suficiente evidencia de que será prolongado o que llegue a los extremos de producir una depresión industrial generalizada.
Afortunadamente, el Fed junto a los bancos centrales del mundo, dirigidos por Bernanke, están mostrando que los tiempos cambian para mejor, que ellos tienen los recursos y están dispuestos a dar la batalla —hasta las últimas— para derrotar la depresión económica global que nos acecha.
No podemos olvidar que la sorprendente apertura China de Deng Xiao Ping, desencadenó una febril relocalización de capitales hacia oriente durante los últimos treinta años, —para aprovechar los bajos precios de la mano de obra—, lo que indudablemente es la principal causante del deterioro de las economías occidentales. Así, el arbitraje de los precios de los salarios entre occidente y oriente, continuará su ajuste hasta alcanzar precios de equilibrio, por las buenas o por las malas, a través de sucesivos periodos de inflación o depresión, respectivamente.
Pero, creo que las señales son claras y definitivas, el miedo y los daños ya son cuantiosos, y hacen inevitable la recesión más severa de los últimos 80 años, que debe sumirnos en varios años de crecimiento mundial aletargado —espero equivocarme.
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