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Thursday, October 12, 2006

Una política indígena

MULTITUDINARIA MARCHA POR LOS DERECHOS Y LIBERTADES DEL PUEBLO MAPUCHE
MULTITUDINARIA MARCHA POR LOS DERECHOS Y LIBERTADES DEL PUEBLO MAPUCHE

Más de 5 mil personas marcharon por las Alamedas de Santiago de Chile, el 9 de octubre de 2006, bajo las banderas del pueblo mapuche y al grito de libertad para los presos políticos y autonomia.
Fuente: mapuexpress


Estoy tratando de conseguir que mis amigos, que son buenos para enviarme e-mails, escriban en este blog sus comentarios—que son aportes muy buenos, veremos...

En fin, Fernando Urzúa es uno de éllos. No tengo el mail que me envió
conmigo—estoy en casa; pero, lo medular es que Fernando me pide que comentemos el problema Mapuche, que dice tener muy conmocionados a los chilenos.

Precisamente, recabando información relacionada con el tema, llegue a la columna de Hermógenes Pérez de Arce en El Mercurio; y, me encontré con la mención de otro viejo
amigo, Raúl Hermosilla, con quien hace un par de días discutía (por e-mail) acerca del bien y el mal—que es un tema que tenemos pendiente...
(aclaración posterior: mi amigo es Raúl Hermosilla Muñoz; son parientes, pero, ...piensan muy distinto)

Raúl Hermosilla Hanne

Raúl dio una conferencia el pasado 28 de septiembre en Valdivia, en que le hinca el diente con extensión y profundidad al problema; concluyendo...

Mejor dejo que sean sus propias palabras, las que expliquen su proposición de política indígena:

Es hora de continuar solucionando de una vez por todas el problema indígena, en la forma equitativa y práctica que lo comenzó el gobierno militar, amparando a los connacionales descendientes de los pueblos indígenas bajo la constitución y las leyes de la República, sin discriminaciones odiosas entre los chilenos. Sin lugar a dudas, como producto de un resentimiento que ya es bueno superar, y que sólo favorece la internacionalización del problema, los textos escolares y las enseñanzas de los maestros, omiten que a fines del mandato presidencial del General Pinochet (1981-1989) -para el cual había sido designado en votación popular simultánea a la de la constitución, en 1980- y habiendo sido ya derrotado en el plebiscito de 1988 por sus opositores políticos, la Junta General de Caciques Mapuches, representativa de los 300 mil indígenas del sur de Chile, en la localidad de Cholchol, es decir, en el corazón de sus tierras, designó a Augusto Pinochet como "Jefe Máximo, Conductor y Guía" (Ullmen F'ta Lonko); le otorgó un pergamino firmado donde se consigna que el reconocimiento se le confiere "por haberse preocupado, desde el inicio de su mandato presidencial, de que el pueblo mapuche recuperara su dignidad y recibiera los beneficios sociales y la propiedad de su tierra, que históricamente le fue negada" (El Mercurio, 14/11/98, A-3).

Ese es el camino que hay que seguir y no otro, y es el que desea la gran mayoría de la gente mapuche, pacífica y trabajadora, que sólo quiere la propiedad legal de su tierra para poder acceder al apoyo económico del sistema, adecuada educación y consiguientes oportunidades para sus hijos, beneficios sociales para la familia en general y, a través de su esfuerzo honorable, salir de la pobreza y de la ignorancia, con lo que paulatina e insensiblemente se irá terminando la discriminación social.

Los mapuches dignos y orgullosos de sus orígenes -como yo de los míos españoles y alemanes- pero no por eso menos chilenos, rechazan que unos pocos franceses, canadienses, y otros intrusos pretendan exhibirlos cual monitos de organillero, y conservarlos en sus costumbres y agricultura de 500 años atrás, que si bien en esa época podía alimentarlos -cuando los muchachos no pedían zapatillas ni reproductor personal de CD, y las viejas no exigían refrigerador ni lavadora eléctrica- de seguro no lo hará ahora, en que hay que afrontar condiciones de trabajo y producción tan exigentes.

Tampoco es tan inadecuado como a primera vista pudiera pensarse, que algunos mapuches -para acelerar su integración- castellanicen sus apellidos, con la misma sabiduría y propósito con que Lord Mountbatten, tío del Príncipe Felipe de Inglaterra, britanizó el apellido familiar original alemán Battenberg, o los antepasados del Presidente Roosevelt, de Estados Unidos, adaptaron su apellido original Rosenfeldt; o tantos otros prominentes norteamericanos de origen italiano que han hecho lo propio. Las naciones son grandes cuando sus componentes de diferentes procedencias se integran, no cuando se segregan, y quienes hoy día pretenden frenar o revertir la integración de la sociedad chilena, compuesta por descendientes de españoles, indígenas, alemanes, franceses, italianos, árabes, judíos, croatas, etcétera, lo que en realidad están haciendo es facilitar el neocolonialismo de las potencias extranjeras, y exponiéndonos a la depredación de nuestros vecinos, al atentar en contra de la grandeza de Chile.
Después, no dejen de leer el resto de la presentación de Raúl; este capítulo esencial de nuestra historia, en que más que nada evoca, para mi, al valiente y orgulloso araucano—que ya hace mucho, es parte del alma del chileno.