Tuesday, February 13, 2007

La guerra es el padre de todo

Creo que todos nosotros, algunos más otros menos, en algún momento nos preguntamos si tiene algún propósito nuestra existencia. Después de leer un poco a Heidegger, siento nuevamente esa inquietud, y como no sentirla, Heidegger es tremendamente provocativo, postula cuestiones fascinantes, tales como: teología = ciencia

Así que ya están advertidos, al que no le interese el tema, clickée hacia la salida para buscar un tema más afín.

Existe Dios? es necesariamente la primera pregunta. Porque si no existe, entonces no hay un propósito (divino) para nuestra existencia —lo que por lo demás debería tenernos sin cuidado, somos de los pocos afortunados ganadores en la lotería de la vida.

Ahora, este peregrinaje no lo voy a recorrer sólo, me van a llevar de la manito unos amigos griegos que he conocido, Heráclito y Parménides, que también son increíbles, por lo que dijeron hace... 2 mil 500 años.

Entonces, ¿dónde empezamos? Bueno, comencemos por el principio y el final de todo. Son estos dos momentos excepcionales donde creo pueda necesitarse de la existencia de Dios para explicar tanto el comienzo como el final de la existencia. ¿Quién arrancó todo? Y al final, no nos convertiremos en dioses nosotros mismos?

Es en estos extremos, infinitamente lejanos y desconocidos, donde debemos suponer las cuestiones más cruciales. Así, no es posible negar la posibilidad de que un ser supremo, Dios, crée todo de la nada —si no, ¿cómo diablos comenzó todo?, ¿cómo pasamos de la nada a algo?, ¿cómo entender el inicio, y que había antes?, ¿cómo entender el final, y lo que sigue?

Heráclito: Calma, calma. Primero, debes entender que todo lo que existe está cambiando, o es y no es. Como cuando metes el pie al río, jamás volverás a meter el pie en la misma agua, pero, el río permanece. Es más, tú tampoco eres el mismo la segunda vez, pero, sigues siendo tú.

Espera, ¿quieres decir que absolutamente todo, incluso el comienzo y el final son sólo un cambio, que el final da paso al comienzo, que eventualmente nos lleva al final? Aunque espera otro poco... lo que dices es incluso más categórico, nunca hubo un comienzo, ni nunca habrá un final, porque siempre todo ha estado... cambiando. Es y no es. Que idea más genial.

Asimismo, que bien encaja la teoría del Big-Bang con esta idea tuya; desde un destello se formó todo lo conocido y este vasto todo se comprime y acaba en otro minúsculo destello de energía, que a su vez... O, todo siempre está cambiando.

Heráclito: Así es. Todo es cambio, y los opuestos generan la tensión necesaria para que se produzca el cambio. Visualiza a un arquero soltando la cuerda de su arco, la flecha viaja porque la tensión en el arco hizo posible este cambio; la flecha es la existencia. Es más, las guerras y las contrariedades son necesarias para el avance de la humanidad.

Espera, creo que la primera parte ya la entendí, al menos puedo seguir asimilándola a la teoría del Big-Bang. La explosión original provoca la expansión del universo, y claro, la atracción de las grandes concentraciones de masa nos llevará a la compresión última. En otras palabras, un universo cambiante producto de las tensiones que generan los extremos opuestos, la explosión inicial y la atracción final —que continúan su ciclo de cambios eternamente.

Pero, la segunda parte me cuesta digerirla. Suavicemos un poco la cosa... ¿Dices que es necesario el conflicto y la contrariedad para avanzar? Déjame pensar un poco... Mmmm... esto huele a Darwin y su teoría de la evolución (o avance) de los seres vivos. El conflicto estaría en la lucha por la supervivencia... y la contrariedad en las dificultad para sobrevivir. En otras palabras, vivir es un regalo, pero, sobrevivir no lo es. Y es aquí donde encontramos el conflicto entre los seres vivos, la evolución de la vida avanza a través del filtro de la dificultad para sobrevivir, que impone una selección natural. Interesante.

Heráclito: ¿Interesante? ¿No te parece más interesante que todas las cosas se puedan transformar en fuego; y el fuego, a su vez, se transforme en cualquier cosa —así como el oro se cambia por bienes, y los bienes por el oro? ¿Puedes entender que todo es uno y que hay una palabra única?

Espera un poco. La neurona ya se me fatigó. Mañana seguimos.

Heráclito: Eres un vago.

De acuerdo, sigamos...
Heráclito por Hendrick ter Brugghen
Fuente: Wikipedia



Veamos... el fuego es cambio. Pero... claro, estás refiriéndote a la energía (fuego), la energía se puede transformar, masa en energía (E=mc2), o al revés, y todo es uno... o todo es energía. ¿Es ésta la palabra? ¿Es la palabra una ley universal? Algo así como la ley de la conservación de la energía, nada se pierde sólo se transforma?

Heráclito: Es de hombres sabios escuchar la palabra y no la mía. De la palabra eterna los hombres han demostrado no comprenderla. Antes y después que la escuchan no la entienden.

Que bonito... ahora si que no entiendo nada. Ahora sé porque te llaman el oscuro. Querrías dejar los acertijos y explicar la palabra (o el logos) con más claridad...

Heráclito: Vanamente los hombres se castigan hasta la sangre buscando la purificación, tal como el que se hubiere enlodado y quisiera lavar sus pies en el barro. Y rezan a estas imágenes, como si habláramos con la casa de un hombre, sin saber lo que es Dios ni que es un héroe.

Entiendo. Los hombres desconocemos a Dios a tal punto que hacemos muchas tonteras, tales como las flagelaciones y la veneración de figuras. Continúa explicando, no te detengas.

Heráclito: ¿No me dijiste que estabas cansado?

Vamos, continúa.

Heráclito: Debemos seguir a los comunes. Siendo que la sabiduría es común, muchos viven como si tuvieran su propia sabiduría.

Dices que es de sabios buscar leyes generalizables, que se sostengan universalmente; porque una respuesta personal a una cosa común, si no puede generalizarse es una tontera, que nos mantiene ignorantes y puede derivar en discordia. En otras palabras, abogas por el método científico.

Y hablando de palabras. ¿Crees en Dios, porque hablas de El como si existiera? ¿Es Dios quién se dirige a nosotros con la palabra?

Heráclito: ¿Cómo podemos escondernos de aquello que nunca se pone? Si no esperas lo inesperado, jamás lo encontrarás; porque es difícil tanto su búsqueda como de entender.

Entiendo. Existe un Dios, pero, es muy diferente a lo que nos imaginamos. Pero... ¿qué es la palabra? Es quizás la palabra su expresión, como decía, que se manifiesta como la ley de la naturaleza?

Heráclito: Ya me estoy cansando de intentar explicártelo. Sólo diré lo siguiente. Este mundo que es el mismo para todos, no fue hecho ni por Dios ni por el hombre. Siempre fue y será fuego, que se aviva por medidas y luego se apaga por medidas.

Dejemos el tema aquí por hoy, ya continuaremos renovados mañana.

Heráclito: Sí. No conjeturemos al azar las cosas importantes.

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