Thursday, November 16, 2006

Ratzinger y los helenos



Ratzinger, 1965, Profesor de la Universidad Von Regensberg
Fuente Reuters

Recibí un e-mail de mi querido amigo Roberto López, gran jugador de fútbol... cuando se digna visitarnos en la cancha los domingos, acompañando una interesante ayuda para complementar el discurso del Papa en Regensberg: el capítulo de su libro (Cap. V, Introducción al Cristianismo), en que Ratzinger describe la transformación que hacen los cristianos de la concepción de Dios, a su paso por Grecia que estoy seguro no le molestará compartir con ustedes.

El discurso del Papa, junto a mi interpretación, los encontrarán aquí .

Asimismo, hallarán el capítulo en cuestión
aquí, y éstos son algunos de los párrafos que consideré más relevantes:
Resumiendo: con la consabida vinculación al Dios de los filósofos, realizada por la fe, se llevan a cabo dos superaciones fundamentales del pensar puramente filosófico:

a).- El Dios filosófico está esencial y solamente relacionado consigo mismo.

Es un puro pensar que se contempla a sí mismo. El Dios de la fe está, en cambio, determinado por la categoría de la relación. Es amplitud creadora que lo transforma todo. Así surge una nueva imagen del mundo y una nueva ordenación del mismo: la suprema posibilidad de ser no es la de poder vivir separado, la de necesitarse sólo a sí mismo ni la de subsistir en sí mismo. La forma suprema del ser incluye en sí misma el elemento de la relación. No es necesario insistir en la revolución que supone para la dirección de la existencia humana el hecho de que lo supremo no sea ya la autarquía absoluta y cerrada en sí misma, sino la relación, el poder que crea, lleva y ama todas las cosas...

b).- El Dios filosófico es puro pensar.

El puro pensar cree que el pensar sólo es divino. El Dios de la fe es, en cuanto pensar, amor. La idea de que el amor es divino domina toda su concepción. El Logos de todo el mundo, la idea original de la verdad y el amor; allí donde se realiza no hay dos realidades yuxtapuestas o contrarias, sino una, el único Absoluto. Este es el punto de partida de la confesión de fe en el Dios uno y trino, sobre el que volveremos más adelante.

Mientras, sigo leyendo a Heideggerme impresionan las profundas consecuencias que tiene plantearse la existencia de Dios, y en particular para Heidegger, la relación con Dios.

1 comment:

Andrea Brandes said...

Joe
A mi (guardando COMPLETAMENTE las proporciones) me da vueltas hace tiempo el mismo tema que al papa, desde otro ángulo, pero que de alguna manera confluye.

Nos hemos mirado tanto para adentro, nos estamos tomando tan en serio, que ya somos el origen y el destino de nosotros mismos.

Vivimos y soñamos a partir de nosotros, por eso, el tamaño de los sueños se ha ido achicando y los rangos de felicidad y proyección no pueden exceder la porción de los seres que somos. He escuchado por años que la felicidad está en nuestro interior. No lo creo. Pienso que la felicidad interior es la caja de resonancia de una felicidad mayor que anda dispersa a la espera que la capturemos.
Los humanos no estamos hechos para funcionar como circuitos cerrados.
Vivmos encerrados pensándonos a nosotros mismos, y como tenemos una comprensión de Dios hecha a nuestra imagen y semajanza, hemos derivado hacia la abstracción de un Dios que se piensa a si mismo. Si así fuera, dónde está el puente entre Dios y su creación?
De Dios no se, eso sólo se sabe a partir de la fe, pero cualquier comprensión de Dios, debe pasar por un Dios en contacto, por un Dios que rompa el circuito. De la misma forma que cualquier comprensión de nosotros mismos debe pasar por una comprensión en relación, por una comprensión en retroalimentación con el colectivo.
Hay algo en nosotros a la espera del mundo, y el mundo está a la espera de algo nuestro.