Herb Cohen es el papá de los negociadores. Hace muchos años, tantos que no recuerdo, leí uno de sus libros. Repito, no recuerdo nada del libro, por lo que no creo que haya aprendido mucho...
En cambio, con este reportaje de Tom Chiarella en Esquire, sí creo que aprendí. Con la cotidianidad de un judío en pantaloncillos y pantuflas, no sé por qué... pero, se me hizo todo más claro: hay que ofrecer algo más a cambio... claro, hay que pensar un poco... pero, también es fácil mostrarse más simpático, más personal... a la Merlau-Ponti. El acercarnos en nuestra totalidad como seres humanos tiene un valor enorme...
Interesantemente, también me gusta comprar por Internet, sin negociación, sólo ofertas; en la soledad y tranquilidad, que me da el espacio para elegir donde quiera lo que quiero, sin un vendedor respirándome sobre el cuello...
En definitiva, debemos conocernos más...
Incluso me gustó el final, es absurdo negociar el precio de un hot dog. Ambos pierden, con tan poca diferencia por ganar, no se justifica malgastar ese tiempo en discutir el precio...
Quizás lo que no valoramos está en el placer que obtenemos al detenernos a contemplar nuestro entorno, comiéndonos un buen hot dog en la calle, es inapreciable, el precio es una ganga.
Que ganas tengo de comerme un rico hot dog.
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