La revolución de las flores fue un periodo muy hermoso; en que los muchachos se negaron a continuar participando en la sociedad de consumo americana de la época, desde los años 1965 en adelante—hacer el amor, era el lema; regalar una flor, su símbolo. El movimiento fue bastante importante, y siguió propagándose por el mundo…
A pesar de que el fenómeno hippie es distinto al de las comunidades opensource (o Apache) que comentábamos; hay algo en las últimas que evoca a las primeras—ojala y así sea…
Repasando, una comunidad opensource se caracteriza porque sus miembros aportan mejoras a un producto, que lo hace evolucionar constantemente, y que lo comparten con todo aquél que quiera usar el producto—gratuitamente, y sin excluir a nadie.
El nuevo paradigma está, en que no sólo pueden usufructuar del uso del producto, quienes compartieron en su creación, sino que todos aquellos—que no necesariamente participaron en su creación—que quieran usarlo. En otras palabras, los creadores "regalan al mundo" su creación.
Obviamente, los creadores reciben algunos beneficios indirectos. Algunos altruistas, como el respeto de sus pares y su satisfacción personal. Pero, también, otros menos aparentes, pero que pueden llegar a ser tan o más importantes; como que la creación se convierta en un estándar, controlado y conocido por los creadores, lo que al menos, les permitiría prestar los servicios de experto y sus derivados…
A este fenómeno le podríamos llamar la revolución del conocimiento—en este caso, se regalan conocimientos, en vez de flores. ¡Y, a todo el que quiera recibirlos!
¡Rayos y centellas!
Si esta revolución sigue su curso natural, todo el conocimiento humano va a estar al alcance de todos… Y, no solamente eso, sino que con la (o casi) mejor calidad del mundo, porque ya no hay distancias para la información en el mundo—todos vivimos en la misma aldea del conocimiento.
¡Truenos y relámpagos!
¿Y qué pasa con los registros de patentes?
Al igual que la música y las películas—el precio de estos derechos intelectuales cae precipitosamente; por la enormidad de la oferta de conocimiento—legal e ilegal, y su facilidad de distribución.
La facilidad para acceder a la información implica la pérdida del control de quienes sustentaban el poder a través del control de la información y del conocimiento—por ende, se democratizan las instituciones. Disminuirá la influencia de los partidos políticos actuales y la de los medios de comunicación existentes; y en general, la autoridad que daba a cualquier organización el control de la información—incluyendo, militares, entidades de gobierno, escuelas, universidades y empresas.
¿Y en que diablos beneficia a Chile esta revolución?
Para comenzar, nos permitiría revolucionar la educación de nuestros hijos (o nietos).
Seguimos en la próxima…
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